RELATORÍA SENDAS ACUOSAS POR MALÚ CAYETANO
En el marco del
proyecto Sendas Ocultas y el festival Caminar para revelar recorrimos
Fuencarral en búsqueda de rastros y huellas que el agua ha dejado y
deja en el territorio, en la memoria oral, en cartografías
olvidadas, fotografías históricas, textos antiguos y en nuestros
cuerpos.
Este trabajo surge a raíz de una investigación informal que he desarrollado en los últimos años, en el momento que me encontré con la calle del arroyo de Valdecelada en el barrio de San Isidro (Carabanchel Bajo). Descubrí que Madrid significaba “tierra de abundantes aguas” y que en el pasado la ciudad estuvo recorrida por una extensa y desaparecida red de arroyos, como el arroyo Matrice que dio origen a la ciudad y a su nombre.
Desde entonces he ido conociendo más y más
sobre el rico patrimonio hídrico de la ciudad y la región hasta
impulsar Madrid Acuosa, una iniciativa que busca la reconexión
emocional de la ciudad de con su pasado acuoso y que recientemente
tomó forma de exposición y fue acogida por CentroCentro
donde se configuró como una investigación artística y documental.
Recorrimos presente y pasado, mirando al futuro.
Cuando en 2020 Ciudad Huerto me invitó a trabajar en relación al agua y Fuencarral, descubrí que a Fuencarral le ocurre lo mismo que a Madrid, el origen de su nombre está relacionado con el agua, en este caso con una fuente en la que se paraban los carros o “carras” para abastecerse de las aguas que manaban en la zona. Entiendo que este trabajo en Fuencarral también forma parte de Madrid Acuosa.
El proceso de investigación desarrollado implica la búsqueda de rastros de agua en material diverso, la consulta de cartografías, textos, informes, fotografías históricas pero también en conversaciones con vecinos y vecinas que nos hablaron de la importante transformación que Fuencarral, como casi toda la periferia madrileña, ha sufrido en los últimos 70-60 años.
Ellas conocieron y nos hablaron de muchos lugares, prácticas y vivencias vinculadas al agua; arroyos, albercas, garruchas, capirotes, almenaras, fuentes, manantiales, pilones, aguadores, charcas, norias, viajes y pozos… que en la actualidad de alguna manera nos resulta difícil imaginar que existieran, por lo menos a mí me pasa. Tras ricas conversaciones vuelvo a consultar los archivos buscando y relacionando esta memoria oral con el registro documental, es un camino de ida y vuelta.
En este caso la manera de hacer pública la investigacióndesarrollada ha sido mediante un paseo, Sendas Acuosas, en el que se mezclaron rumores con hechos, acciones y lecturas con conversaciones, jugando a medio camino entre la emoción y la razón.
En su diseño hay una selección del material recopilado, busco compartir aquellos hallazgos más preciados, contagiar de alguna manera este interés y llevarlo a lugares menos comunes para generar momentos de sorpresa en los que descubrir y cuestionar. La acción se elabora en relación a la idea de entender el hoy desde el ayer, sin nostalgia.
En este paseo incorporé la idea de pensar CON el agua que para mí abre muchas posibilidades, podemos pensar en el ciclo hidrológico, el que aprendimos en el colegio, pero también podemos aproximarnos de otras maneras, somos cuerpos de agua, un 70-60 % de nuestro cuerpo es agua y la cantidad de agua a nivel planetario es prácticamente constante desde que la conformación de la tierra.
Como dice Astrida
Neimanis en su libro Cuerpos de agua: fenomenología feminista
post-humana: “de forma literal formamos parte de otros
animales, también de las plantas y otros cuerpos planetarios, que en
términos materiales nos recorren, nos reponen y que también
recurren a nosotros como sus pozos”. Ella habla de figuraciones
como conceptos corpóreos claves para imaginaros otras maneras de
vivir, por ejemplo, pensar en nosotras como cuerpos de agua podría
permitirnos superar esa división artificial entre nosotros y una
naturaleza que está ahí fuera. Esta cuestión me interesa
particularmente, me incomoda hablar de la naturaleza como si no
fuésemos parte, para mí no tiene sentido pensar la naturaleza en la
ciudad como si no fuera parte de.
somos cuerpos de agua, que el agua que bebemos y tocamos es la misma
agua que nos acompaña desde el origen de la tierra y que todos los
momentos del pasado tienen esta misma agua como testigo.
Y bebimos al chorro.
Porque casi nadie quiere viajar a un lugar donde lo entienda todo perfectamente.